martes, 3 de septiembre de 2019

LA FAMILIA DE PASCUAL DUARTE

Mientras leemos esta obra de Camilo José Cela vamos adentrándonos en el delicado mundo del protagonista, que cae irremediablemente en una espiral de la que confiesa no poder salir:

Pero un día el mal crece, como los árboles, y engorda, y ya no saludamos a la gente; y vuelven a sentirnos como raros y como enamorados. Vamos enflaqueciendo, y nuestra barba hirsuta es cada vez más lacia. Empezamos a sentir el odio que nos mata; ya no aguantamos el mirar; nos duele la conciencia, pero, ¡no importa!, ¡más vale que duela! Nos escuecen los ojos, que se llenan de un agua venenosa cuando miramos fuerte. El enemigo nota nuestro anhelo, pero está confiado; el instinto no miente. La desgracia es alegre, acogedora, y el más tierno sentir gozamos en hacerlo arrastrar sobre la plaza inmensa de vidrios que va siendo ya nuestra alma. Cuando huimos como las corzas, cuando el oído sobresalta nuestros sueños, estamos ya minados por el mal; ya no hay solución, ya no hay arreglo posible. Empezamos a caer, vertiginosamente ya, para no volvernos a levantar en vida. Quizás para levantarnos un poco a última hora, antes de caer de cabeza hasta el infierno... Mala cosa. (Vicens Vives, 2017:151)

Teniendo en cuenta su entorno familiar y social, ¿qué tiene Pascual de víctima y de verdugo? Desarróllalo en un texto argumentativo de aproximadamente seiscientas palabras.



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