sábado, 5 de febrero de 2022

ORDESA

Con su obra Ordesa, Manuel Vilas acerca al lector al recuerdo de la vida que compartió con sus padres y, también, a lo que la muerte de estos le dejó. Cuando se fueron, cuando desapareciron, lo sumieron en el desamparo, como casi todos los progenitores hacen con sus hijos; pero los de Vilas tienen la suerte de haber resurgido de sus cenizas a través de la narración. 

La forma de contar su historia personal hace de Ordesa una confesión tierna, que merece vítores y aplausos; por eso y por las frases elaboradas, cercanas, únicas y auténticas.

"Se casaron el 1 de enero de 1960.
Me han quedado muy pocas cosas materiales de ellos, pocas gravitaciones de la materia, como las fotos. Fotos, poquísimas. Uno de los dos se encargó de borrar cualquier huella, cualquier alcance futuro de sus vidas, tal vez no de forma premeditada. Ninguno de los dos pensó en mi futuro, en el que yo estoy ahora recordándolos, en donde estoy solo.
[...]
Fueron dos Rimbauds, ellos, mis padres: no querían la memoria, no se pensaron a sí mismos. Fueron inadvertidos, pero me engendraron a mí, y me enviaron al colegio y aprendí a escribir, y ahora escribo sus vidas; se descuidaron ahí, debieron haberme abandonado en medio del más revolucionario y radical e inapelable analfabetismo" (Debolsillo, 120-121).

El País dijo que Ordesa era el libro del año (2020). No sé qué convierte una narración en libro del año, ¿que muchos lectores lo recomienden, lo lleven bajo el brazo, hablen de él...? Lo que sí es cierto es que se ve a todos los padres en los de Vilas, y las emociones dormidas aparecen más vívidas que nunca. Hay que leerlo. 
 

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...